miércoles, febrero 02, 2011

El sur (Erice, 1983)



Una estrella es un punto de luz.  Un pequeño destello que guía a quienes tiene alrededor. Un ser brillante y cálido con capacidad de observar, de controlar todo, desde su espacio. Estrella investiga el mundo, su mundo. Y es un mundo crudo el que Erice descubre en su película El Sur, pero la calma y la admiración del arte dejan un resquicio a la esperanza. 




Como si se tratara de una obra de teatro la niña bebe el mundo por los ojos. Erice destapa las escenas, quita el velo de la oscuridad. Y los ojos de Estrella descubren la verdad así, surgiendo de la noche. Cada escena nocturna de El Sur se convierte en un cuadro de Caravaggio, en un fotograma de El tercer hombre. Durante el día Vermeer se asoma a las ventanas de la casa. Cada fotograma es una obra de arte. Cada clip de sonido crea un mundo. Un mundo que observamos con paz, con afán de introducir, poco a poco, cada pincelada, cada detalle, cada palabra en nuestro ser.




Vemos las historias de esa familia a través de los ojos de una niña. Una mirada amable y dulce aunque observe miseria y dolor. Rodeada de personajes adorables y juguetones, Estrella va creciendo, siempre dentro de la frontera (ese camino frente a su casa que se convierte en marco de su madurez). Pero Estrella sigue fascinada y mira. Una nueva forma de mirar, con calma, con ilusión, para descubrir la vida real de un hombre del sur. 


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