domingo, marzo 30, 2008

Caperucita Ruber


NARRADOR.- Erat picola domus in medio silva. Volucres coeli canebant cum laetitia. Flores pulchras ornabant prados.

MADRE.- ¡Caperutia!, ¡filia mea! ¡rapaza mea!, ¡Fragmentum cuore meo! ¿Ubi estis?

CAPERUCITA.- Ecce ego, cum ovejis campestres.

MADRE.- Veni, veni vade in domo abuelita tua ¿non gnosces que infirmissima est cum catarro in cama? Oportet portare quequmque bocata.

CAPERUCITA.- Vado festinans, mater mea.

NARRADOR.- Et capiens cestam magnam cura mei, inmensam tartam olivas, et multum kleenex, et vicks vaportubs et alicuias ceteras viandas, fuit.

MADRE.- Caperutia, vigilat! Lupus est feroris tamquam leo rugiens buscat quem devoret.

NARRADOR.- Caperutia fuit cantante in domo abuelitae.

CAPERUCITA.- ¿Quem timet lupus feroces, ad lupus, ad lupus? (Bis) ¡Oh! ¡Lupus!

LOBO.- Quo vadis, Caperutia?

CAPERUCITA.- Vado domo abuelitae portare piscolabis et famacopea catharrensis.

LOBO.- Ah! Capisco! Ego cognosco duas vias. Una breve, et altera longissima. ¿Voles que faciamus “ONE RALLY”? Ego vado per viam longissima, et tu vadis per viam breviorem. OK?

CAPERUCITA.- Lupus dixis iatra est.

LOBO.- Trola magna tragata est! Ista puella tonta est!

NARRADOR.- Caperutia, plus ingenua quam cubo, fuit viam chapurreantis exitus postremos eurovisiones:

CAPERUCITA.- (cantanto) Pusila tralarala, stellas fur te in caelo reverberantur…

NARRADOR.- Intratamtum, lanzatus est lupus in carrerum velocite, sicut descosibus et arribatur est in domo abuelitae antes quam Caperutia. Lupus pulsant automatico guardaportam et audivit per interfono.

ABUELITA.- Quid est?

NARRADOR.- Fingiens voce cursi clamavit:

LOBO.- Sum nepotita tua, Caperutia Ruber.

ABUELITA.- Pulsa et intra, porta aperta est.

NARRADOR.- Lupus, magnis zancadibus plantatus est in narices abuelita cum fauces suas superapertas sicut anuncio Profident.

LOBO.- AAAAAAH!

NARRADOR.- Et manducavit illam. Ponit camisonis et cofia et lentes. Et introibit in camam abuelitae.

Venit puella et ignorant omnia que facta est. Pauper puella ! Pulsabit guardaporta et interrogat.

CAPERUCITA.- Abuelita, ubi estis? Porto te multas manducas.

LOBO.- Intra, intra.

NARRADOR.- Dixit lupus in grave voce.

Videns abuelita su il suo cuore dedit vuelcum impresionantes in pectore suo.

CAPERUCITA.- Abuelita, quia semejans vocem cavernicola habes?

LOBO.- Nepotita, mea nepotita, ita dico ut escuches multo mellior.

NARRADOR.- Illa suspiravit.

CAPERUCITA.- Abuelita mea, quia oculos habes magnos sicut valam et salientes sicut besugus?

LOBO.- Nenita mea. Illorum sunt per videre hermosura team.

CAPERUCITA.- Yes, yes, abuelita mea, sed tantos pelos in faciem tuam…

LOBO.- Sunt per manducarte molto mellior.AUGH…!!!!!!!!!!

NARRADOR.- Caperutia Ruber dixit in se: “pedes, para qué os volo?

CAPERUCITA.- Cazadorum, dominus cazadorum. Sálvame ab inimico meo! Salus mea sit!

CAZADOR.- Vado presto, little puella. Escuchet barullo et veniat pacá.

NARRADOR.- Pulsavit gatillum in direccionem lupus. Et mortum est qui non respirat. Apertas tripas luporum, abuelita sua sortit plus laetas quam castañuelas. Estiravit brazos suos et animavit omnes cantatem cum illa...

Amen

(the End)



Imagen: María del Rincón

miércoles, marzo 26, 2008

A mi querido museo de El Prado


Madrid, doce del mediodía, un calor sofocante. ¿A quién le puede apetecer una visita al Prado tras una noche entera en vela? A mí desde luego que sí.

El museo está a rebosar. Vamos casi corriendo, el tiempo es escaso y queremos verlo todo. En cada esquina una nueva sorpresa. Recorremos pasillos sin una dirección aparente hasta que de repente, nos “chocamos” con Las Hilanderas de Velázquez. Pausa y silencio. Procuro acercarme lo más posible, estoy tan cerca que he de controlar mis manos que luchan por tocar el lienzo.

He estudiado cada personaje, cada ángulo de ese cuadro y ahora, ¡por fin!, lo tengo delante. Todos los esquemas que tenía en la mente se descolocan. ¡Estás ante el cuadro original! Prácticamente me he olvidado de dónde estoy, de que hay gente empujándome. El cuadro parece hablarme, me susurra al oído. ¿Qué me dice? Eso queda entre Velázquez y yo.

Oigo a mis espaldas otra voz familiar. No es ningún pintor, es mi profesora de arte explicando el cuadro. Prefiero que sea el artista quien me descubra cada uno de los secretos de la obra. Mi profesora me toca suavemente el hombro y casi como en un susurro me dice que nos estamos moviendo. ¿También le hablará Velázquez a ella? Pensaba que yo tenía la exclusiva.

Vamos recorriendo más y más pasillos. Rubens, Rembrandt, Ribera, el Greco… A cada paso que doy una alegría mayor que la anterior.

Otra vez Velázquez. ¿Estamos dando vueltas? ¡Las Meninas! Repito lo que llevo haciendo toda la mañana y me “planto” frente al cuadro. Me siento muy pequeña, de tamaño y edad. ¿Cuántas personas habrán visto este cuadro? ¿Qué pensaría la Infanta Margarita al verse ahí? Si las miradas desgastaran los cuadros…

Terminamos con Goya. Tras recorrer este paraíso los libros de Arte no tienen ya tanto encanto. Quisiera poner un banco delante de mis obras preferidas y quedarme ahí el día entero.

Tengo que volver aquí, es maravilloso. Hay gente que pasa delante de los cuadros como si fueran un póster, ni los miran. Quiero gritarles. ¡Que se fijen! Siglos de Historia les contemplan desde eso marcos. Quiero un pincel, un lienzo, quiero… No. ¿Para qué? Me contento con tener ojos. Acabo de darme cuenta de que casi no he hablado. Me pican los ojos, ¿habré parpadeado? Creo que se me ha olvidado.

¿Cómo? ¿Ya nos vamos? Una última visual y salgo mirando al suelo, si no creo que mi profesora no podrá sacarme de aquí. Adiós. Volveré, te lo prometo.

Imagen: Deia.com

Historia: María del Rincón Yohn


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